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lunes, 24 de enero de 2011

Hierba, árboles y molinos




Hay que elegir: brizna de hierba o árbol. Dos estrategias básicas de supervivencia. Cuando el viento sopla, o bien haces concesiones, te acomodas y aguardas a que vengan mejores tiempos, o bien te mantienes firme, esperando que no sea suficientemente intenso como para derribarte.
Por supuesto, nadie sigue una única estrategia en todas las situaciones. Mi padre, que era un ejemplo claro de flexibilidad, que evitaba casi siempre una discusión, incluso asumiendo importantes costes personales, y al que yo le he parecido siempre demasiado "árbol", solía definir su posición frente a los demás como "más que nadie, menos que nadie". Le he visto a veces tan firme en su pequeña estatura que parecía un baobab.
El más "árbol" de nosotros, dedica una gran parte de su vida a un trabajo que, por estimulante y creativo que sea, supone una concesión terrible a la realidad del mundo.Vendemos o malvendemos, nos guste reconocerlo o no, gran parte de lo único que tenemos: nuestra vida. No he conseguido encontrar una cita (creo que de David Cooper) que dice algo como "En Occidente todos somos prostitutas".


Hay un proverbio chino, relacionado con el viento entendido como amenaza,  que he utilizado muchas veces para ilustrar una sugerencia de actitud positiva ante las dificultades: "Cuando se anuncian vientos, hay quienes construyen muros y quienes construyen molinos". El reto, me parece a mí, es ser capaces de aferrarnos con raíz apasionada a  lo que merezca la pena del mundo, construir "molinos" para cambiarlo en la medida de nuestras posibilidades,  y, cuando sople muy fuerte, que cada uno elija su camino: brizna o tronco.


La foto (móvil) es de mi sendero de ayer de Espadán, que estaba repleto de árboles derribados, refugios de vida nueva.

domingo, 16 de enero de 2011

No sé




                                                ...este desconcierto bondadoso
                                               que celebra obediente con su cristal de aumento
                                               la arquitectura mágica que vive en los detalles.
                                            

                                                                            Carlos Marzal



    Uno de esos personajes de W.Allen que uno tiende a confundir con su creador, porque siempre parecen autobiográficos, dice (cito de memoria) que la expresión "Es benigno" es la más bella que se puede decir en cualquier idioma. Puede perfectamente ser así, aunque supongo que es cuestión de sensibilidades. En todo caso, yo diría que le siguen muy de cerca "Te quiero" y "No sé".
     Creo que no hace falta explicar la belleza de "Es benigno", que insinúa que es posible seguir viviendo, ni de "Te quiero", que sugiere que quizá la vida nos dé una tregua y sea, probablemente sólo por un instante, como deseamos.
     Para explicar por qué me parece bello un "No sé", especialmente uno cargado de asombro constructivo, utilizaré unos párrafos de Szymborska (*):

    La inspiración, cualquier cosa que sea, nace de un perpetuo "no lo sé'' ... Estimo altamente estas dos pequeñas palabras: "no sé''. Pequeñas, pero dotadas de alas para el vuelo. Nos agrandan la vida hasta una dimensión que no cabe en nosotros mismos y hasta el tamaño en el que está suspendida nuestra Tierra diminuta.

  Imagino ... que tengo la oportunidad platicar con Eclesiastés, autor de un lamento estremecedor sobre la vanidad de todas las empresas humanas. Me habría inclinado muy hondamente ante él.... Pero luego lo habría cogido de la mano: "Nada hay nuevo bajo el sol'', has escrito, Eclesiastés. Sin embargo, Tú mismo has nacido nuevo bajo el sol. Y el poema que has creado también es nuevo bajo el sol, ya que antes de Ti nadie lo había escrito. Y nuevos bajo el sol son tus lectores, puesto que los que vivieron antes que Tú no te podían leer. Y el ciprés, en cuya sombra te sentaste, no crece aquí desde el principio del mundo. Le dio origen otro ciprés, semejante al tuyo, pero no en todo igual.

... Nada es común. Ninguna piedra y ninguna nube sobre esa piedra. Ningún día y ninguna noche que le suceda. Y sobre todo, ninguna existencia particular en este mundo. 

    Con respecto a nuestro mundo, con seguridad sería un lugar mucho peor sin Newton, Shakespeare, Puccini, Einstein o Billy Wilder, que sintieron la inquietud constructiva de un "no sé" y la sublimaron en acción, que a su vez cambió el estado de las cosas.


   Ahora la confesión personal: Lo más revolucionario del "no sé",  aquello que me hace considerar el asombro como un sentimiento excepcional, es simplemente que es el paso previo a tomar las riendas de la propia vida. Si uno no se mira a sí mismo con sorpresa y no cuestiona el conjunto de irracionalidades que le son presentadas como obviedades, la autonomía resulta simplemente imposible.
   Lo diré más claramente. Sin el arma fundamental del asombro, yo seguiría adorando diosecillos estúpidos, según me enseñaron, acatando normas de conducta simplemente ridículas y mi vida hubiera sido mucho más convencional, mucho más pobre.
   Creo que, si algún día les preguntan a mis hijas qué les enseñó el mentecato de su padre, apenas podrán citar dos cosas: 
    La primera es a no aceptar que hay zonas en su vida sobre las que no se debe reflexionar, en las que se debe aceptar sin cuestionarla la verdad dominante . 
    La segunda es que hay que huir del miedo que impide cambiar la realidad. Hay que tenerle pánico al miedo que paraliza, acomoda y esclaviza.
   Les deseo, a ellas que están empezando, y a Pau, que apenas ha tenido tiempo aún de comenzar, una vida llena de asombro emocionado.







(*) Discurso de aceptación del Nobel de Literatura 1997.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Sexo, literatura y bridge.



                                                    W.B.Yeats en 1923 con 58 años. 
                                                   (Foto de http://www.census.nationalarchives.ie)


Tengo un amigo que es un cínico incorregible. Mantiene desde hace tiempo la teoría de que hay un estilo idéntico que conduce al éxito en el bridge y en el sexo. No sé si quién lea esto está familiarizado con estas actividades. Aclararé que ambas se practican, usualmente aunque no siempre, en pareja.
"El sexo y el bridge...",  razona él, "... requieren para ser disfrutados al máximo una pareja estable, con la que uno se compenetre, que genere un entorno de confianza y afecto."
Hasta aquí, el lector probablemente se preguntará por qué presento a mi amigo como un cínico. La respuesta es que su razonamiento sigue así: "... Sin embargo, en ambos casos, si uno siempre practica con su pareja habitual, el juego, aunque satisfactorio, se estabiliza y es más difícil aprender o aplicar nada nuevo. Se hace, por tanto, imprescindible que ambos realicen la actividad ocasionalmente con otras parejas, de las que se pueda aprender, de forma que se enriquezca la práctica con la pareja habitual".
Respecto al sexo, no me siento capaz de opinar por falta de datos. Respecto al bridge, puedo dar fe de que tiene razón.


¿Y la literatura? Él no lee mucho, así que esta parte del razonamiento va por mi cuenta.
Mi reflejo inicial consiste en volver a lo de siempre. Para mí, lo de siempre son media docena de autores que no me canso de leer y releer: Ángel González, Carlos Marzal, García Montero, Szymborska...
He aprendido, sin embargo, a flirtear  (lo siento, lo he buscado y está en el "rae" ...) con autores que no conozco, a través de antologías colectivas o lecturas al azar en mi librería preferida.
Como consecuencia de ese coqueteo, he llegado este año a un autor que, siendo conocido, no lo era para mi pobre "cultureta": W.B. Yeats.


Dos de las próximas entradas tratarán sobre  mi "autoregalo" de reyes:
  • Uno de mis clásicos: Carlos Marzal, que acaba de publicar una colección de cuentos, "Los pobres desgraciados hijos de perra" (Tusquets), que resulta adictiva.
  • W.B. Yeats, que me llegó a través de una antología de poesía irlandesa ojeada (y hojeada) al azar y del que acaba de aparecer "Poesía reunida" (Pre-textos) en edición bilingüe.
Termino aquí. Me voy a seguir leyendo un ratito...



lunes, 20 de diciembre de 2010

Blake Edwards

Ha fallecido esta semana Blake Edwards. Creo que la historia del cine no sería igual sin la serie de "La pantera rosa" (inspector Clouseau / Peter Sellers)  y sobre todo sin "Desayuno con diamantes" y "Víctor o Victoria".
Edwars era además capaz de filmar comedias "de carcajada" como "El guateque" y dramas como "Días de vino y rosas", con ese personaje en proceso de degradación personal, al que no se puede dejar de amar, que interpreta Jack Lemmon.




He leído una anécdota sobre Blake Edwars que da idea del tipo de director (!y de persona!) que era:
 El día anterior a filmar esta escena de "Desayuno con diamantes", en la que José Luis de Vilallonga interpreta a un magnate brasileño, el director proporcionó a éste, como parte del "atrezzo", una pitillera de oro. Sin embargo, en toda la secuencia, Blake Edwars no le permitió mostrarla a la cámara. Ante la extrañeza de Vilallonga, Edwards le indicó que quería que la llevara oculta, porque "un hombre se mueve de forma diferente con una pitillera de oro en el bolsillo".

domingo, 12 de diciembre de 2010

Valientes (II)




Esta es la segunda entrada dedicada a los ejemplos de coraje femenino de los que he sido testigo en los últimos tiempos. 
Las mujeres a las que me refiero confirman que, junto al horror, convive en nosotros esa capacidad para conformar el mundo y nuestra vida: una pelea siempre perdida y ganada a la vez.

En un poema excepcional, refiriéndose a un niño no nacido, Carlos Marzal escribe: "no intuyes...de qué furiosa raza formas parte".



                                  (Para Pau, que me ha oído recitarle este poema antes de que naciera)
Nasciturus
Mientras ocupas de aposento el agua, 
y en el amor del agua te abandonas 
a tu despreocupada travesía, 
como pompa de jabón quimérico, 
sin memoria de ti ni de este mundo, 
perteneces al mundo en su memoria, 
porque en la tierra firme alguien te sueña. 

En germen, y ya en marcha, 
en esbozo, y ya en obra,
                                       mientras duermes
en el conjetural jardín de la inocencia 
y al egoísmo de vivir te aplicas, 
eres la historia entera de los hombres, 
metáfora de todo lo increado, 
ascua de certidumbre en lo imposible. 


Has negado la nada, aun siendo nadie, 
has abrazado el ser, sin ser tu mismo;
en la fragilidad de tu letargo, 
se gesta, inquebrantable, nuestro orgullo, 
nuestro destino en pie, 
nuestra disposición a las alturas. 


Al mecerte 
en tu oquedad marítima, no intuyes 
de qué indómita herencia ya eres dueño, 
de qué furiosa raza formas parte. 


Algo que desconoces te ha forjado 
alegre en el dolor, sabia en la noche, 
criatura fluvial, 

                             allá en tu limbo. 


Carlos Marzal



Valientes (I)







He tenido estos últimos años la oportunidad de asistir, como espectador implicado, al ejemplo de coraje que han dado algunas mujeres de cuya amistad me enorgullezco.
A pesar de encontrarse en situaciones personales complicadas, en algunos casos (no exagero) simplemente terribles, las he visto defender con firmeza, ante el entorno, lo que son, lo que las define. Las he visto florecer con altibajos. He sido testigo de cómo daban una oportunidad a su vida.
Reconforta, con el paso del tiempo, seguir viendo en el fondo de sus ojos esa dignidad personal. Reconforta seguir viendo en sus sonrisas que se puede seguir estando vivo sin arrepentirse por ello, a pesar de todo.
Esta entrada y la siguiente están dedicadas a ellas.




Siempre me ha gustado este poema de Juana de Ibarbourou sobre el valor femenino. Confieso que, a veces, me hubiera gustado bajarlas en brazos "cual conquista de vándalo".


Rebelde

Caronte: yo seré un escándalo en tu barca.
Mientras las otras sombras recen, giman o lloren,
y bajo tus miradas de siniestro patriarca
las tímidas y tristes, en bajo acento, oren,

Yo iré como una alondra cantando por el río
y llevaré a tu barca mi perfume salvaje,
e irradiaré en las ondas del arroyo sombrío
como una azul linterna que alumbrara en el viaje.

Por más que tú no quieras, por más guiños siniestros
que me hagan tus dos ojos, en el terror maestros,
Caronte, yo en tu barca seré como un escándalo.

Y extenuada de sombra, de valor y de frío,
cuando quieras dejarme a la orilla del río
me bajarán tus brazos cual conquista de vándalo.




jueves, 9 de diciembre de 2010

Máscaras


Tengo últimamente la sensación de que la máscara, que yo pensaba que protegía mi intimidad de los otros, es, por lo menos en parte, un reflejo defensivo que tiene la finalidad de no dejarme ver mi propio rostro. Y el caso es que, a pesar de la imagen que me devuelve el espejo, simplemente no me da la gana de esconderme de lo que soy.


Lo cierto es que no sé cómo he podido convertir la nariz que me hizo mi madre en este "apagacirios de catedral". Tampoco sé cómo al niño que era le ha sobrevenido esta agridulce sombra que ahora viene conmigo siempre.
Intento asumir los daños a cara descubierta.




Un aria clásica. El payaso, roto por dentro, se viste y se maquilla para el espectáculo, cumpliendo el ritual.
Ya sabéis el final. Hace tiempo que la conciencia de que el espectáculo siempre acaba así me acompaña.




!Actuar! ¡Mientras preso del delirio,
no sé ya lo que digo
ni lo que hago!
Y sin embargo, es necesario... ¡esfuérzate!
¡Bah! ¿Acaso eres tú un hombre?
¡Tú eres payaso!
Ponte el traje
y la cara enharina.
La gente paga y aquí quiere reír,
y si Arlequín te birla a Colombina,
¡ríe, Payaso, y todos te aplaudirán!
Transforma en bromas la congoja y el llanto;
en una mueca los sollozos y el dolor. ¡Ah!
¡Ríe, Payaso,
sobre tu amor despedazado!
¡Ríe del dolor que te envenena el corazón!

"Pagliaggi" Leoncavallo