Powered By Blogger

lunes, 4 de abril de 2011

Momento



No fue un sueño.
El arroyo de deshielo se desplomaba por la ladera de roca pulida,
la luz de la tarde huía en ocre,
el suelo del bosque crujía, alfombrado de hojas de haya de otros años.
Y allí estaba yo: un imbécil vestido de Decathlon.

No fue un sueño.
El arroyo de deshielo rugía hacia su destino,
el atardecer se dejaba ir, empeñado en dorar las piedras
que goteaban brillantes cubiertas de liquen y musgo.
En el suelo del bosque, entre los arbustos,
un gorrión confiado hacía los sonidos que hacen los gorriones.

Os juro que no fue un sueño.
Estaba allí: un bobo embobado venido de otro mundo (casas, luces, semáforos…)
y casi de otra época.
Y no me sentía un espectador: ¡yo era también eso!
El arroyo, la roca, el gorrión, el musgo, la hoja y mi pensamiento.
“El arroyo de haya se desploma por la ladera de gorrión dorado”
“El atardecer de agua deshiela rugiendo ese musgo confiado”

Una voz dulce, amiga, sensata, sugirió: “¿Seguimos?”.
Estaba anocheciendo y quedaba mucho camino.

No fue un sueño.
Fue tan verdad como la sensación de una caricia, un dolor, un orgasmo.


6 comentarios:

  1. Creo que lo sorprendente de la vida, es saber disfrutar de sus momentos.
    Las cosas extraordinarias solo ocurren cuando empiezas a vivir las cosas pequeñas, ordinarias,cotidianas, con una mente nueva, con una vitalidad nueva, con un entusiasmo nuevo.
    Entonces poco a poco, vas acumulando y esa acumulación, un día, estalla en pura dicha.
    Ese es el milagro de la vida, esos momentos y esos instantes; no hace falta pensar en cosas grandes.
    Decía Jalaluddin Rumi "Ve hacía dentro, pero no como el miedo hace que vayas".

    ResponderEliminar
  2. Ya sabes: "que toda la vida es sueño..." ¡Vive!

    ResponderEliminar
  3. Si la foto refleja un poco el sitio que describes, no me extraña que entrases en un éxtasis de sueño y realidad
    En la vida hay que coger esos momentos dulces y como las gotas del deshielo ir juntándolos para hacer arroyos, cascadas, ríos y porque no llegar al mar y disfrutar de ella.

    ResponderEliminar
  4. Sabes que a pesar de que me encanta leerlas, no suelo comentar tus entradas.
    Esta vez, sin embargo, no puedo evitar recordarte aquel cuento de Jorge Bucay en el que un buscador se escandaliza al encontrar un cementerio de lo que el pensaba que eran niños, hasta que un anciano le explica que los años de vida apuntados en cada tumba son la suma de todos los momentos que han sido intensamente disfrutados por la persona, esos momentos, que como tu dices, son tan mágicos que te emboban, que te asombras de que tanta perfección pueda ser real, que te hacen sentir parte de esa maravilla.
    El relato concluye diciendo “Porque, ese es, para nosotros, el único y verdadero tiempo vivido.”

    ResponderEliminar
  5. Uno de "mis momentos" que deseo hoy regalarte: el sol de la tarde sobre las primeras estribaciones de Pirineos mientras en el aparato reproductor sonaban los primeros compases del aria de Andrea Chénier:
    "Un dì all’azzurro spazio
    guardai profondo,
    e ai prati colmi di viole,
    pioveva loro il sole,
    e folgorava d’oro il mondo:
    parea la terra un immane tesor,
    e a lei serviva di scrigno il firmamento..."

    Estoy segura que llegará a emocionarte tanto como me emociona a mí y que formará parte de ese bagaje que compartimos.

    ResponderEliminar
  6. ...Un imbécil vestido de Decathlon...
    Brillante


    Ana Aupi

    ResponderEliminar