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jueves, 9 de diciembre de 2010

Máscaras


Tengo últimamente la sensación de que la máscara, que yo pensaba que protegía mi intimidad de los otros, es, por lo menos en parte, un reflejo defensivo que tiene la finalidad de no dejarme ver mi propio rostro. Y el caso es que, a pesar de la imagen que me devuelve el espejo, simplemente no me da la gana de esconderme de lo que soy.


Lo cierto es que no sé cómo he podido convertir la nariz que me hizo mi madre en este "apagacirios de catedral". Tampoco sé cómo al niño que era le ha sobrevenido esta agridulce sombra que ahora viene conmigo siempre.
Intento asumir los daños a cara descubierta.




Un aria clásica. El payaso, roto por dentro, se viste y se maquilla para el espectáculo, cumpliendo el ritual.
Ya sabéis el final. Hace tiempo que la conciencia de que el espectáculo siempre acaba así me acompaña.




!Actuar! ¡Mientras preso del delirio,
no sé ya lo que digo
ni lo que hago!
Y sin embargo, es necesario... ¡esfuérzate!
¡Bah! ¿Acaso eres tú un hombre?
¡Tú eres payaso!
Ponte el traje
y la cara enharina.
La gente paga y aquí quiere reír,
y si Arlequín te birla a Colombina,
¡ríe, Payaso, y todos te aplaudirán!
Transforma en bromas la congoja y el llanto;
en una mueca los sollozos y el dolor. ¡Ah!
¡Ríe, Payaso,
sobre tu amor despedazado!
¡Ríe del dolor que te envenena el corazón!

"Pagliaggi" Leoncavallo

1 comentario:

  1. No es fácil quitarse las máscaras, y admiro tu esfuerzo. Menos aún caminar sin agarrarse continuamente a lo que nos da seguridad. ¿Y si, hablando en términos estadísticos, nuestra muestra no fuera significativa? ¿Y si esa caja oscura y encerrada, engañada por millones de reacciones químicas (algunos le llaman cerebro, otros alma) sólo fuera un tosco aparato más propio de un alquimista que de un científico?
    ¿Y si todavía nos faltaran millones de replicaciones y mutaciones de ese adn que apenas entendemos para ser capaces de ver –pero de verdad- qué son las emociones?

    Yo he escogido dejarme llevar. Por lo que no entiendo y ahora sé que nunca entenderé. Por lo que me supera. Por lo que me llena y se mete en mí hasta mi átomo más escondido. Por lo que en una especie de resonancia infinita me hace vivir y vibrar.

    Hablas más tarde de la mujer. Yo también lo haré, pero sólo de tres. Dos están empezando. Son, sencillamente, un privilegio. No se me ocurre otra calificación.

    En la otra he descubierto un mundo. Literalmente un mundo. Por suerte puedo maravillarme con un paisaje bonito (la foto desde la cumbre del Penyagolosa es fantástica). Puedo dejarme llevar por una música que me transporta y me hace llorar. O por una poesía que desconcierta tan sólo juntando unas pocas palabras.

    Pero te aseguro que ella es mucho más. Es todo eso, en cada momento. Su voz, su mirada, pueden con la mejor música o el mejor de los paisajes.

    Podría decir que es mi vida, mi otra mitad. El sentido a esas preguntas que todos nos hacemos. Resumiré: una persona especial.

    Y que me hace especial por poder vivir este reencuentro. Si es que alguna vez estuve lejos de ella.

    Sigamos, si quieres, quitándonos máscaras. Es apasionante, lleve a donde lleve.

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